Dicen del poemario...

Todo el poemario es un diálogo que establece el autor con la Tierra a través de los cuatro elementos. Los cuatro elementos de los que ya en el siglo V a. C, Empédocles postuló como la teoría de las cuatro raíces, las cuales, se hallan presentes en el poemario y sometidas a dos fuerzas constantes; al Amor que las une, y al Desamor que las separa.

QUE LA TIERRA ALIMENTE LA PALABRA ESPERANZA

La Tierra es el elemento con el que se inicia el libro, el elemento más concreto y el primer poema lo dedica a la “Madre Tierra”, donde ésta, detrás de su representación física, adquiere forma etérea. Todo el poema es un diálogo-monólogo con la diosa amada, con el lector e incluso consigo mismo. Se dice que la Tierra, está relacionada con el Callar, y ante este silencio, el autor protesta con preguntas retóricas, y la respuesta que encuentra es una puerta abierta a la nada. Otro poema significativo es el que da nombre al poemario; “La tierra herida”, que comienza con un personaje de la mitología griega, Ekho, y una metáfora silenciosa que refleja la impotencia de la voz de la Tierra en el encuentro con su imagen, y así, toma conciencia de su estado y extiende su mirada y la Tierra se cierra, se encierra, silencia y calla esperando quizá, el frágil anillo verde de la sostenibilidad, la fragilidad de la palabra para poder sobrevivir.

QUE LA MEMORIA DEL AGUA OLVIDE SU ESPUMA EQUIVOCADA

Es evidente el equilibrio existente en el poemario entre la Tierra y el Agua, las dos diosas poderosas, no sólo por la coincidencia de guarismos en el número de poemas, también por el contenido de alguno de ellos. Concretamente “Canto de la tierra al agua es uno de los poemas donde además del ingenio lingüístico del poeta, hay que destacar la expresión amorosa de una geografía real, basada en el encuentro entre ambos elementos con resonancias sensuales, ya que existen paralelismos con la fisonomía de la mujer. Ecológicamente, si el poemario fuera un árbol; la Tierra sería la raíz, el Agua el tronco vital, el Aire las ramas y el Fuego las hojas. No existe una lluvia igual a otra/ y porque, cuando no eres río/ ni mar, ni lago/ sino miles de gotas que calan la Tierra y mi piel/y perforan el Aire/ y apagan el Fuego/ te vuelves mujer.

QUE EL AIRE ELEVE TU GRITO DE PROTESTA

La Tierra y el Agua están heridas; la Tierra calla, el Agua susurra y el Aire, ¿qué hace el Aire? El Aire palpa sus propias grietas y se precipita a la muerte con la expresión de lo que siente. Cada vez hay menos tiempo para la esperanza y la poesía empieza a vestirse de venganza. En los capítulos de la Tierra y el Agua, aparecen una serie de secuencias que van configurando el hilo narrativo-poético y que están basadas en las diferentes agresiones provocadas a nuestro planeta y sus consecuencias; La desertización, la sequedad de la tierra, la contaminación o el deshielo…Ahora es el aumento de la temperatura ambiental, la lluvia ácida, el debilitamiento de la capa de ozono, el cambio de comportamiento en las especies animales, el efecto invernadero, la radioactividad y el cambio climático. Todas estas secuencias a veces están interceptadas por la benevolencia de la Tierra, por la desesperanza o la esperanza, la venganza, el amparo o el desamparo y así lentamente, el mundo agoniza.

QUE EL FUEGO NO QUEME NUESTRO FUTURO

Los espasmos de la muerte del Planeta están representados por el último elemento, el Fuego. Ahora la vida se retuerce impotente ante el avance incontenible del incendio, y continúan las secuencias; la casa quemada, el bosque quemado, el incendio provocado… para finalizar el poemario con “La Tierra quemada” . El autor personificándola, se dirige de nuevo a ella, igual que el enamorado se dirige al amor perdido y se lamenta de su ausencia como si ya todo hubiera acabado. Sin embargo, los últimos versos son versos de esperanza :

En este recodo de cenizas

todo está preparado para arder”

¿O no?

El último elemento está preparado para la destrucción, para el fin, pero en el poema simboliza el elemento purificador, la continuidad de la vida, el último verso así lo deja intuir. El Fuego representa el mundo de la sabiduría, de la idea, del pensamiento, de la culminación del hombre, de la esperanza, o por lo menos yo, así lo quiero ver. Morir y renacer, renacer y crearse de nuevo como el Ave Fenix.

Poeta, Pilar Corcuera